miércoles, noviembre 16, 2005

Otro duende



Retomo la lentitud de un abrazo que me alcanza.


Baila la sorpresa de anidar la simiente perfecta;
es una madrugada con rostro de amanecer.

Ha caído un duende en el sofá del ahora,
exactamente entre el antes y el quizá.

Trae la marea vital en su andar pausado,
e ilumina el rostro con su girasol sonrisa.

Destroza a mordidas la cerca-recuerdo
sembrando esta plazuela de gardenias.


Llega la noche y aromatiza el presente.



Zaz