Otro duende
Retomo la lentitud de un abrazo que me alcanza.
Baila la sorpresa de anidar la simiente perfecta;
es una madrugada con rostro de amanecer.
Ha caído un duende en el sofá del ahora,
exactamente entre el antes y el quizá.
Trae la marea vital en su andar pausado,
e ilumina el rostro con su girasol sonrisa.
Destroza a mordidas la cerca-recuerdo
sembrando esta plazuela de gardenias.
Llega la noche y aromatiza el presente.
Zaz